
En la Feria, Centro de los Heróes de la ciudad de Santo Domingo, las historias se reproducen como el producto resultante del apareamiento incanzable de dos conejos en cautiverio.
Las guaguas que van en dirección oeste-este, pregonan el afán de montar a los peatones hastíados por las labores del diario vivir: ´mameye, mameeeyeee!!!; dualte con parí con aire de alaka, chofel bacano, cobradol bonito y la música que ta´alante!; guarican-yol, guarican-yol, pol lo´cuelno!!!´.
Justo al lado de la Loteria Nacional, en la Jimenez de Moya con Indepencia, se encuentran dos estaciones del Metro de Sto Dgo.
Recuerdo cuando inauguraron la Feria del Libro, considerada un bálsamo en plena campaña electoral de 2008. Como un ´regalo´ al pueblo, quién precisamente pagó con sus impuestos las ´yipetas´ y las villas en las playas de los funcionarios públicos, perdón, la construcción del Metro, el gobierno encabezado por Faraonel, dispuso que durante la permanencia de la Feria en la plaza de la cultura, todos los dominicanos usarán el servicio gratis (sí, porque se han organizado tours desde los pueblos vecinos, para conocer esta maravilla producto de la reelección).
Si Dante hubiese imaginado que recrearian una película de su ´Divina Comedia´, a lo mejor, estaría contento en su séptimo círculo. Pero si supiera que en una isla compartida (donde se hablan dos idiomas disímiles, por cierto), se recrean a diario los capítulos de su obra sin pago de copyright, estoy seguro que demandaría al estado por plagio.
Ese día que inauguraron la Feria del Libro, como a las 8:37pm más o menos, tenia los ojos fijos en el culo de una chica bella como el pecado, que se estaba dando vida con un 3×100 de cervezas en un colmadón frente a la Loteria. Un bullicio me sacó del ensimismamiento.
´Cosas veredes, Sancho´, le dijo Don Quijote a su compañero, completamente seguro de que en la vida, no nos pasan las cosas, hacemos que pasen. Y en nuestra Quisqueya saqueada, se cumple el dicho de que ´Cada pueblo tiene el gobierno que se merece´. Insólito Mejía, por ejemplo.
De una de las estaciones, veo a un grupo de estudiantes (con mochilas al hombro, y el uniforme azul con kaki), corriendo despavoridos, como potros sedados con yombina detrás de una yegua en calor. Dos policías morenomáticos, resguardan la entrada de la otra estación en el lado opuesto. Los jóvenes se dirigen en esa dirección.
Uno de los polincuentes les pregunta:
– Y utéde pa´onde van?
– Oh, a cojé el metro señol policía – responde una criatura, con la edad tierna de ´Sofía en su mundo´, pero con el kilometraje de una ´puta triste´, de las del Gabo.
– Pero utéde cren que´ta vaina e´relajo? Se acaban de apí´a, y kieren volvé a montase de nuevo? – pregunta de nuevo, haciendo resoplar sus fosas nasales, como ´Platero´.
Yo, que me he olvidado del culo de la chica, de las cervezas y de los apagones, solo por unos intantes, me quedo observando la escena, a unos cuantos ´metros´ de impuestos, digo, de distancia.
– Pero mira, recuelda que´so muchacho son etudiante, dejalo pasá, buen freco!!!.
La voz retumbó entre los cristales de la estación, y se escuchó hasta el otro lado de la ciudad, que de día, ´el sol brilla tanto, que los girasoles no saben hacía donde girar´. Era un señor vestido de militar, con más rayas en las hombreras que una zebra de las de Kipling en su ´Libro de la Selva´.
La bulla no se hizo esperar en el eco que tardó varios minutos retumbandome el oido, luego que los estudiantes, descendieran por la escalera eléctrica de la estación.
Yo volví a mi realidad, y cuando llegué al colmadón, la chica se había ido, se había terminado el 3×100, y de pronto, FÚAAA!!!, no había energía eléctrica.
– Eh Pa´lante que Vamo, barse´maricone!!! – dijo un polincuente en la estación del Metro de Santo Domingo en la Feria, del Centro de los Heróes.
pb